jueves, 12 de mayo de 2016

Vértigo

En verdad, ella tenía miedo porque ya no podía volar.
Algo sencillamente parecía haber cambiado, pero todo seguía igual. Su espalda siempre había estado desnuda.
Sin embargo, cuando se giraba demasiado rápido, le daba la sensación de casi, casi ver algo por encima de su hombro. Al asomarse por la ventana, siempre extendía sus brazos hacia adelante, con sus dedos disparados en todas direcciones, sin querer mirar hacia abajo.
Miedo atenazante en su estómago fue lo que sintió la primera vez que se asomó a un balcón. El viento revolviendo su pelo era catalizador de ese miedo.
Nunca le gustaron las alturas. Nunca.
Y aún así, algo faltaba. Un peso familiar, pero ligero. Algo que hacía encorvar su espalda. Algo que hiciera cosquillas en su nuca.
Pero nunca lo había tenido. Al no poder volar, y a sabiendas de que jamás lograría hacerlo, sólo sentía miedo al saber que si caía, moriría. 

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