martes, 17 de junio de 2014

Sus alas se abrieron, poco a poco, acariciando el aire con su plumaje, y sus mejillas. Miró al cielo una vez más, y empuñó su espada con fuerza. Las notas sonaban en el aire con lentitud. Nunca la calma se respiró de esa forma en toda la historia.
Las alas llenaban el Universo, y cada pluma estaba compuesta por miles de estrellas. La máscara tapaba su rostro, si es que había alguno debajo. Cuernos sobresalían de su frente, retorciéndose hasta formar lunas.
La espada rasgó el aire, y sus ojos vieron el poder. Cada fibra de su ser estaba en sinfonía con la música esparcida, y su cuerpo se estremeció levemente. Las ramas de los árboles más cerca se mezclaron hasta envolverle, y él, ajeno a toda muerte, sonrió y vio su primer amanecer.

lunes, 16 de junio de 2014

El Abismo

Me gusta la forma en que el Abismo nos va cogiendo a todos. Es el Juicio definitivo; todos tenemos un demonio dentro. Eso, necesariamente, no significa que tengamos un ángel custodio que nos guarde, ya que si  no el Abismo no existiría. Quizás es sencillamente que sabemos luchar gracias a nuestra conciencia. Quizás es que somos más testarudos, o que nos acostumbramos a nuestros demonios. A lo mejor nosotros somos los demonios.
El Abismo ya existía desde que tengo uso de razón. Mira, nunca he sido demasiado sincera, ni tampoco humilde (ya que estamos) pero reconozco que a veces me he dejado llevar. El Abismo llama  y no perdona-es su gran característica- y cuando llegó al umbral de mi casa no dudé en dejarlo pasar. Mi luz había sido devorada, y me temo que ya no va a volver. 
Algunas leyendas dicen que en el origen, el Abismo no estaba. No me lo creo. Donde hay Creación, hay Destrucción, y gente que sigue ambos lados. 
La oscuridad es tentadora para aquéllos que aportan luz. ¿Por qué existe el Abismo si es tan fácil no caer? Y la curiosidad mató al gato. Soy testigo; el Abismo atrae con una fuerza como un remolino, y hay que dejarse llevar. No hay que luchar para nadar a contracorriente. Por eso me he rendido y me he librado a él.
Sé que no sabes de qué estoy hablando. No importa. Lo sabrás, y cuando lo sepas, vendrás a mí. Y si lo sabes, me entiendes y no finjas ser mejor persona que yo. Ninguno de nosotros lo somos, y ninguno merece la salvación.
SSh. Escucha. ¿Oyes ese zumbido? El Abismo se acerca, y está hambriento.