sábado, 27 de agosto de 2011

La mano negra

Este es el sueño del que acabo de despertarme. Ha sido muy, pero que muy raro, sobretodo porque en esta clase de sueños, que son una mezcla de pesadilla-sueño, no a aparecido nadie para ayudarme a seguir adelante. Siempre, en todos mis sueños, había alguien que venía y me ayudaba.
Pero en este, tube que arreglármelas solita xD.

No sé cómo había llegado allí, pero estaba atrapada en una enorme mansión vieja y en ruinas, en medio de la nada. Me habían encerrado en una habitación dónde las paredes eran blancas, o lo habían sido, ya que estaban muy sucias.
Un demonio me había atrapado allí.
Vestía todo de negro, tenía el pelo negro y corto, los ojos negros y la piel muy pálida. Pero no era eso lo que asustaba y daba miedo de verdad.
Era su expresión en la cara.
Esos ojos muy abiertos, ojos de loco, y una sonrisa que enseñaba los dientes blancos, demasiado blancos para ser reales.
Me había dicho que moriría.
Y me había mordido la mano derecha (y encima yo soy diestra) y mi mano se había vuelto negra casi al instante.
Era como si me hubiesen llenado la mano de barro, sólo que ese "barro", que era veneno, corría por mis venas. Poco a poco, el veneno iba subiendo por mi mano.
Lo peor de todo era que mi mano ya no actuaba con mi voluntad, sino con la suya propia.
De repente cogía algo del suelo e intentaba apuñalarme a mí misma, pero siempre lograba quitarle el objeto de la mano.
Sólo me quedaba una opción: llamé al demonio.
En cuato apareció por la puerta, le ahorqué con la mano izquierda. Él se reía como un loco, y me daba escalofríos, pero hubo un momento en que cayó al suelo. No sabía si había muerto, pero aproveché la oportunidad de escapar.
El veneno me llegaba ya al codo.
Cuando estube a unos metros de la casa, hice sonar el llamador de ángeles que llevaba al cuello.
De repente, apareció ante mi una mujer vestida de blanco, y parecía como si iradiase luz propia.
Era un ángel.
Me rozó con los dedos el brazo infectado, y lo negro desapareció. Me dijo que yo era la primera mortal qque había escapado de un demonio, y encima lo había matado con una sola mano.
De repente, puso dos dedos en mi frente, y con una luz desapareció. Me acerqué a un charco, y me miré, y vi que tenía una marca en la frente, pequeñita, como si fuera una estrella, y parecía irradiar luz.

Pasó un tiempo, y nunca más volví a confiar en mi mano derecha, así que aprendí a escribir y a manejar cosas con la izquierda, por si acaso.




No hay comentarios: