domingo, 17 de julio de 2011

Una puesta de sol

El sol se iba poniendo lentamente, dejando sitio para las estrellas y la luna. El cielo tenía ese color naranja y rosa, con unas nubes pequeñas pasaban al lado del sol, adquiriendo un color dorado.
Yo contemplaba todo esto desde mi banco, debajo del olmo. Miré mi reloj una vez más. Vale, ya no iba a venir.
Justo en ese momento, alguien se sentó a mi lado. Me giré para mirarle. Sí, era él.
Iba a decir algo, pero él me puso un dedo en los labios y dijo que no con la cabeza. Entendí el mensaje: "no digas nada." Me paso un brazo por los hombros, y juntos contemplamos la puesta de sol.

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